Cuando un fotógrafo documental tiene la oportunidad de registrar situaciones y ritos profundamente arraigados, pero también, encantadoramente brindados en comunidad, los resultados debieran poder expresar esa emocionalidad y sencillez de lo humano más antiguo. El bar Mitzva de Ariel fue una gran experiencia y creo que hemos dejado una pequeña muestra de su valor.